miércoles, 6 de mayo de 2015

Madre


He mirado ese rostro cetrino y he recordado la primera vez que lo vi. Ese momento está guardado en una parte oscura de mi cerebro, almacenado en un lugar distinto. Una imagen que es una sensación más que un auténtico recuerdo. Y es que sabía de antemano.

No era una reunión como hubiera esperado, separados por algún tipo de cristal, sin escucharnos. Él me tocaba la mano y rehuía mi mirada aunque dudo que supiera qué estaba yo pensando.
Él pensará que me repugna, que me arrepiento de su existencia. No podría gastar todo el tiempo que voy a verlo a partir de ahora para explicarle la realidad.
Pensará que vivo desesperada, enfangada en un pantano de explicaciones y vergüenza.
No lo sabe ni lo pregunta.
Yo lo amo. Amo esas uñas desgastadas y esa boca torcida. Sus pies perfectos. Reconocería el tono de su voz entre millares de susurros. A veces no distingo entre él y yo. A pesar de que hace muchos años que lo arrancaron de mi cuerpo.
Ha matado a su mujer. Mi nieto logró escapar del desastre.
Probablemente es un monstruo. Alguien enfermo, una enfermedad física o social le perturba. O es plenamente consciente. Siente odio. Está indefenso. Lleva un chándal azul y verde y una camiseta blanca. Ha dejado de fumar, dice. Le cuento que sigo trabajando. Que a veces salgo con alguien. Pocas veces.
Sólo lo puedo ver una vez al mes. Seguro que es lo mejor.
Permanecemos en silencio los últimos minutos. No sé si se aburre conmigo. No recibe otras visitas así que tendrá que conformarse. Al menos no se ha negado.

Hoy me he despertado cuando aún no había amanecido. Me he calentado un café y he mirado un rato por la ventana de la cocina. Quedan tres semanas. Tiempo suficiente. Intento pensar cada vez menos. Al principio hacía una rememoración diaria de cada instante de la visita, lo que me había dicho, lo que podía averiguar a través de su aspecto. Ahora ya no es así. Le sorprende que siga yendo. Aunque ahora que lo sabe también es consciente de que no faltaré ni uno de los días.

Mi nieto vive con sus abuelos, los otros abuelos. No lo he vuelto a ver, aunque supongo que los llamaré. Se lo quedarán ellos. Es imposible que algún día le den la custodia al padre. Yo no la he solicitado, me parece absurdo. Es mejor dejar las cosas como están. Han pasado meses pero aún queda mucho tiempo. Supongo que algún día el niño se hará preguntas. No sé si alguien podrá contestar la verdad, si existe esa verdad.

Los días van pasando, los meses. Los años. Los minutos, los segundos.





photo credit: <a href="http://www.flickr.com/photos/62518311@N00/281316842">Quiero a mi mamá</a> via <a href="http://photopin.com">photopin</a> <a href="https://creativecommons.org/licenses/by/2.0/">(license)</a>