He mirado ese rostro
cetrino y he recordado la primera vez que lo vi. Ese momento está
guardado en una parte oscura de mi cerebro, almacenado en un lugar
distinto. Una imagen que es una sensación más que un auténtico
recuerdo. Y es que sabía de antemano.
No era una reunión como
hubiera esperado, separados por algún tipo de cristal, sin
escucharnos. Él me tocaba la mano y rehuía mi mirada aunque dudo
que supiera qué estaba yo pensando.
Él pensará que me
repugna, que me arrepiento de su existencia. No podría gastar todo
el tiempo que voy a verlo a partir de ahora para explicarle la
realidad.
Pensará que vivo
desesperada, enfangada en un pantano de explicaciones y vergüenza.
No lo sabe ni lo
pregunta.
Yo lo amo. Amo esas uñas
desgastadas y esa boca torcida. Sus pies perfectos. Reconocería el
tono de su voz entre millares de susurros. A veces no distingo entre
él y yo. A pesar de que hace muchos años que lo arrancaron de mi
cuerpo.
Ha matado a su mujer. Mi
nieto logró escapar del desastre.
Probablemente es un
monstruo. Alguien enfermo, una enfermedad física o social le
perturba. O es plenamente consciente. Siente odio. Está indefenso.
Lleva un chándal azul y verde y una camiseta blanca. Ha dejado de
fumar, dice. Le cuento que sigo trabajando. Que a veces salgo con
alguien. Pocas veces.
Sólo lo puedo ver una
vez al mes. Seguro que es lo mejor.
Permanecemos en silencio
los últimos minutos. No sé si se aburre conmigo. No recibe otras
visitas así que tendrá que conformarse. Al menos no se ha negado.
Hoy me he despertado
cuando aún no había amanecido. Me he calentado un café y he mirado
un rato por la ventana de la cocina. Quedan tres semanas. Tiempo
suficiente. Intento pensar cada vez menos. Al principio hacía una
rememoración diaria de cada instante de la visita, lo que me había
dicho, lo que podía averiguar a través de su aspecto. Ahora ya no
es así. Le sorprende que siga yendo. Aunque ahora que lo sabe
también es consciente de que no faltaré ni uno de los días.
Mi nieto vive con sus
abuelos, los otros abuelos. No lo he vuelto a ver, aunque supongo que
los llamaré. Se lo quedarán ellos. Es imposible que algún día le
den la custodia al padre. Yo no la he solicitado, me parece absurdo.
Es mejor dejar las cosas como están. Han pasado meses pero aún
queda mucho tiempo. Supongo que algún día el niño se hará
preguntas. No sé si alguien podrá contestar la verdad, si existe
esa verdad.
Los días van pasando,
los meses. Los años. Los minutos, los segundos.
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a mi mamá</a> via <a
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