martes, 12 de junio de 2018

Una regla


Cuando siento que se me escurre la sangre entre las piernas con un dolor sordo, hueco y lancinante, como si estuviera expulsando una esencia que lucha por no ser desterrada, aferrándose con uñas y dientes a mis entrañas, cuando ese líquido rojo, brillante, denso, empapa mi cama, mi inodoro, mis bragas, cuando el olor a algo antiguo mancha mis dedos, cuando me doblo y gimo, retorciéndome en una pugna que parece que me acosa desde los siglos de los siglos, que puntualmente llama a mi puerta para desgranarme, en estos momentos, que no son los únicos en que me he visto desleírme en rojo, porque por dos veces se vio interrumpido su flujo por causas naturales y por dos veces se reanudó con más fuerza si cabe, como si hubiera que recuperar los meses perdidos, como si hubiera estado acumulándose en algún recóndito lugar de mi cuerpo, en estos momentos digo, siento, estoy segura de que algo se dejó malinterpretar, algo no llegó a donde debía llegar, un mensaje, la auténtica buenanueva, el sentido verdadero e irrenunciable de esta sangre, porque en estos momentos, doblada, gimiente, a pesar de todo, me siento sagrada y viva, templo donde se esconden secretos, en estos momentos me llega la consciencia de que soy fuerte e invencible.

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