viernes, 28 de junio de 2019

ESTRATOS




Abrí el corazón de mi ex marido para ver qué había dentro.
Quería encontrar algo mío allí, una manía, una forma de hablar, aunque fuera un pelo.
Lo que encontré fue un pelo de nuestro perro, que murió hace un año. Supongo que habrá barrido todo bien, habrá pasado el aspirador o incluso se habrá comprado una roomba, ha comenzado una nueva etapa y me alegro. Aunque un pelo mío no sería para tanto.
Soy una mujer de ciencias. Una geóloga. Por eso sé que estamos formados por distintas capas que se nos van añadiendo, que se compactan y mutan, formando cordilleras y simas, cuevas y valles. Llenas de sedimentos y de objetos de otros tiempos que podemos estudiar si logramos llegar a ellos, que nos ayudan a entender nuestra evolución, nuestro pasado, incluso qué nos cabe esperar del futuro, qué corrimientos nos pueden hundir o partir.
Mi carrera como geóloga comenzó el día que me corté con un cuchillo y, tras la sangre, con bastante dificultad y un punzante dolor, brotó de la herida un erizo petrificado. Logré reconocer en él mi niñez, y aunque esperé, no salió nada más. Poco después me operaron de apendicitis, y los médicos tuvieron que cortar una capa adicional de músculo y vísceras. Según el informe del cirujano, se trataba de un estrato añadido por alguien de forma poco profesional; me disculpé por haberle hecho trabajar de más, y él, amablemente, respondió que no pasaba nada, que estaba acostumbrado, que nos pasa a todos, que a veces faltan órganos y otras veces sobran.
Pero estos métodos son demasiado agresivos. Abrir corazones. Cortar carne con un bisturí. Así que me planteé la posibilidad de estudiar las capas geológicas de las personas al tacto; supuse que mientras algunas se encuentran muy en el fondo (como los grafitos de mi puño y letra en los huesos de mi hermana) otros estratos se encuentran mucho más afuera. Son estos sedimentos superficiales, aún no compactos, los que me interesan, ya que muestran algo que está cambiándolo todo, pero aún no, lo incipiente, lo incierto, algo que puede ser o no ser, lo que aún es maleable. 
Me dedico a palpar a todo aquel que conozco. Toco frentes, aprieto antebrazos, introduzco mis dedos en bocas previamente aseptizadas, y entre los huecos fibrosos de las costillas. He probado con las manos, con la lengua, con los pies, con el vello de mi cara.
Intento sacar conclusiones al acariciar esas capas apenas perceptibles. Las fotografío, las comparo, las observo durante horas. Intento actuar sobre ellas, como si fuera un Dios o el mismo destino. A veces creo dar con algo. 
Luego me llevo la mano al cuello y siento que en el hueco de mi garganta se está formando una bola del tamaño de una canica e intento imaginar cómo será el otro geólogo, no yo, sino la persona que la descubra, entre el polvo de huesos y madera, o mediante una tecnología aún no inventada, y me figuro qué es lo que podrá averiguar y aprender de esa bola de mi garganta, mientras me la toco y siento que mis manos son las suyas y que la presión que ejerzo en la piel ya me ha transformado..



jueves, 20 de junio de 2019

CERVEZA


Es vox populi que soy una acérrima aficionada a la cerveza
No lo soy de nacimiento, sino que aprendí a disfrutar de sus amargos placeres
Uno de mis más queridos recuerdos de infancia se compone de mi padre bebiendo cerveza en la mesita frente al televisor, una mesita que aún está, ella sí sobrevive aunque con un tablero modificado, repintada y barnizada, pero la misma, su madera podría corroborar mi recuerdo
Mi padre con el amargo líquido amarillo y espumoso y yo tratando de probárselo, es posible que mi padre me hubiera dejado sorber mientras veía los deportes del domingo en el telediario, coches de carreras y una revista de recortables con vestidos que se sostienen con un trozo de papel doblado, y mis hermanas ¿dónde están? no entran en ese universo que solo ocupo yo y mi padre y la cerveza y el domingo y mi padre estaría recostado en el sillón que era otro y los dos éramos otros y los mismos aunque mi padre no sea ahora más que restos orgánicos y huesos y yo esté repintada y barnizada, con un nuevo tablero más resistente al paso del tiempo
Y la cerveza me gusta, bebo su amargor templado y burbujeante y me calienta por dentro y por fuera
Aunque no siempre me gustó
En la tierra de la cerveza comencé a amarla de verdad, cuando todo estaba y está lejos y simplemente era más barata y no había otra opción
(recuerdo al hombre que bebía cerveza y recuerdo la cerveza y yo soy la cerveza y la mujer que bebe cerveza y ya no más la niña que tomaba el vaso de forma desprevenida)
Alemania, 1996, Ana ensayando la vida, metiendo el pie en el mar embravecido y qué mejor que Alemania 1996, donde no hay hogar porque el hogar soy yo, aunque eso lo aprendí más tarde, Alemania 1996, no estaba Aitana, no estaban las cicatrices ni la muerte, solo un invierno helado y la frontera donde todo empieza y acaba, donde todo es nuevo y es lo único posible, donde el caos entra y ya no sale porque es lo único real
Cerveza con frutas, cerveza templada, Bier, geniessen, fluss, lecker, drinken, besoffen, Lebensmittel, ach so, LEBENSMITTEL
Y ya no dejé de beberla como no dejé lo demás, mientras amamantaba mientras vacacionaba, estudiaba amaba y divorciaba, gracias a la cerveza he tomado decisiones infranqueables gracias a la cerveza he llorado, he tenido coartada para mis estupideces, gracias a ella acepto el amargor y acepto al hombre y a la vida,
y quisiera ahora (que ya no puedo) brindar con él (con Él) nuestras cervezas
y no renuncio a hacerlo un día con su cráneo con su peroné de testigos, sosteniendo el vaso con los tan amados y desnudos metacarpos y falanges
Y no dejo de sorprenderme cuando saboreo mi cerveza al final del día, después de contar las horas que la convierten en algo decente,
al descubrir esa otra amargura que no la incumbe, la que destilan otros hombres y otras mujeres que no somos yo ni él
esa amargura que no se bebe pero rezuma por las comisuras se desborda en babas y bilis y se empeña en enfocar lo desenfocado en buscar un orden oral que no existe, una razón para vivir (en la amargura) que no es este momento exacto
mientras
saboreo mi amargor amarillo y espumoso
y en mí, en mi vientre, en mi mente, a través de un sorprendente fenómeno de alquimia
se convierte en dorada azúcar.

martes, 4 de junio de 2019

CUÁL FUE LA CUESTIÓN


Estoy sola en mi casa y no pienso fregar ni limpiar los cristales, mi patria soy yo, caigo en un nacionalismo vital y desciendo a cámaras que antes no había visitado, sin salir de mi casa donde cuelgan peligrosos cables sin recoger y hay agujeros de humedades en las paredes.  
Pero tengo que pensar.
¿Cuál fue la cuestión? ¿Cuál es? Y lo que más me importa, ¿importa?
No sé qué significa la poesía ni el amor o lo sé demasiado, es decir, sé que son constructos y que cada uno puede meter dentro lo que más a mano tenga, y una vez que está dentro, defender a muerte que eso es precisamente lo más importante: y es esto: 
Las definiciones azarosas, el pelo despeinado y la rebeldía, pero sobre todo mi fe inquebrantable en el caos, pues sólo caos es lo que me rodea, y lo rodeo con mis brazos, amo mi caos, tu caos, el caos, susurro venga a mí el caos con todos sus acompañantes, todos serán bien recibidos en mi casa sin fregar con los cables sueltos, y mientras duermo y despierto y vuelvo a dormir me da miedo que esta certidumbre y esta fe en el caos se me vaya escapando de las manos como un mercurio con el que juego y me intoxica.
Pero entonces leo que no deberíamos angustiarnos y sin embargo tenemos que angustiarnos, por cuanto la no existencia posee su sistema igual que lo existente y sigue vivo lo vivo y lo muerto, el sol y las estrellas muertas del firmamento, así como la tierra desnuda con sus leyes sin dios y también el reino demoniaco con leyes inventadas,
Y a pesar de eso, todo son realidades y miles de mundos, miles y miles, miles y miles, en una única cadena invisible, en la plenitud ilimitada de la existencia,
Y el mundo es creado y sostenido por la fe en él.
Y la terrible complejidad del mundo, inconcebible casi insoportable, es descubrir que el mundo no existe, solo existen todos los pensamientos e hilos sobre él, todas las imaginaciones humanas describiendo el mundo, en las poesías, en las calles por declamadores, en las ruinas reinterpretadas, en los grafitos de Pompeya, en la música de Vivaldi, en las marcas que dibujo con los dedos de los pies en el polvo de mi casa, en los posos de la cafetera sin fregar.