Comprender
si lees mis palabras
y entiendes
sus mil significados.
Comprender
las grietas de la calle
que sorteaba siendo niña
como intuyendo su misterio
y el mensaje que en ellas
aguardaba
(porque ahora
las interpreto
es mi oficio, es lo único
que sé hacer).
Seguramente esté inventando
como invento tu personaje
y le veo hablando
mis palabras, las mías (no
las tuyas)
porque esto es algo que
sirve
para sentir y no decir
y no hablar
y no tocar (esto menos que
nada)
es un sentimiento en sí
mismo
que nace y muere para ser un
objeto
de decoración
un embellecedor
un porque sí
un tal vez
un y si te hubiera conocido
antes.
Porque este amor nonato
que se expande y me hace
llorar
que es un feto infectado que
aunque sin posibilidades de nacer
lucha por sobrevivir
me hace
hacer poemas (infames)
cuando yo prefiero la prosa.
Y este amor imposible
que explota en su redondez,
en su plenitud fracasada
me inunda de lágrimas
de juventud
(como si no tuviera ya
demasiados
y esa hoja no estuviera ya
escrita
y tachada
y no se hubiera ya volteado
y ya no hubiera más que un
post data
un epílogo
donde no hay acción
no hay trama
sólo una despedida
antes de llegar).
¿Y fue sexo? ¡No!
¿Y fue real? No
¿Y fue ... qué fue? ¿Qué
realmente es? ¿Es la tormenta o la brisa, eres tú o soy yo, acaso
un nosotros deconstruído?
Hoy sí, hoy voy a dejar las
grietas enrevesadas y cocinaré o haré croché, voy a ocuparme las
manos y la cabeza con una tarea femenina pequeño burguesa (igual
hasta uso la thermomix) y dejaré de inventar,
dejaré de pensar en ti, en
tu voz en tus labios tu ojos tus piernas (desnudas sobre las mías o
entre ellas), desocuparé el extemporáneo deseo de que ocupes todo
lo que es físico en mí (y también lo que no lo es), de que me
aplastes y me destruyas y me aniquiles y me hagas olvidarme de ti, de
mí, y de esta infame poesía
en una plácida siesta de
punto final
.
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