domingo, 9 de febrero de 2020

Duchamp o mis problemas con las cisternas


Tengo un problema con las cisternas 
Las acciono y se quedan accionadas 
Se mantienen en funcionamiento mucho más tiempo del necesario 
Les doy larga vida chorrean o simplemente gotean pero siguen manando hasta que tengo que regresar al baño para ver qué sucede con ese agua que corre ya sin necesidad ni obligación ese agua que se ha rebelado un agua que gasta que consume que es un pecado contra la ecología y el ahorro y el descanso de la noche 
Vuelvo a apretar una dos tres veces, me esmero en hacerlo conforme a los usos y costumbres, primero más despacio, después con saña hasta que, a veces, el río deja de fluir y se hace el silencio y la sequía, y otras, las más, persiste.
Una vez tuve que cerrar la llave del agua,  así estuvo varias semanas hasta que me acordé de llamar al fontanero
Me pasa que no llego a comprender el funcionamiento de las cosas, incluso las más simples, observo con sorpresa los mecanismos, los que todo el mundo parece dominar, ese mundo eficiente que me rodea, que podría darme envidia pero me da un poco de lástima, porque ser tan profesional y apto para la vida debe de ser muy cansado, casi aburrido
Pero, pensando en la factura y en el cambio climático, acciono again, a ver qué pasa 
Pronto se descubre mi impostura y mi imposibilidad con las cisternas 
Me acostumbro al rumor de fuente 
Se abre un un camino oscuro de cal en la loza blanca
Yo voy disimulando. Cuando no haya más remedio volveré a cerrar el paso del agua o buscaré un fontanero, pero mientras tanto, sigo acariciando mi duda existencial: ¿soy el maestro que hay que matar o el rebelde que llega para ocupar su lugar?


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