El tiempo es
una alimaña ávida de carroña. Es una urraca que atrapa todo lo que
brilla y lo esconde en su agujero. La alimaña nos enreda con sus
risas bobaliconas, y sabemos que vamos a acabar devorados, somos
carne pútrida, verde, robada, desperdiciada.
El tiempo es
tiempo perdido, basura inútil.
El tiempo es
esa goma negra con la que jugaba de pequeña, que se enredaba, que
iba subiendo desde los tobillos hasta el cuello, y nosotras la
saltábamos, desde los saltitos hasta los grandes saltos con las
manos en el suelo, buscando apoyo, y su roce es áspero en la piel al
compás de las canciones que ya no recuerdo.
El tiempo es
elástico.
El tiempo es
triste y generoso porque se pierde y se
resbala entre los dedos y entra en los resquicios del teclado
y se pierde en la inmensidad de las letras que son el único consuelo
(porque son un conjuro y en el breve espacio de una biblioteca duerme
el tiempo del mundo).
El tiempo
existe y no existe
Tal vez sólo
se trate de sobrevivir.
Sobrevivir:
descontar los segundos sin saber cuándo dejarán de contar;
Silencio; ¿esos segundos se pararán como un reloj de pulsera que se
queda sin pilas o como un reloj de arena que se rompe en mil
pedazos?. Se pararán como el reloj de la torre abatida en la guerra
por misiles (los segundos del segundero del Big Ben).
Sobrevivir:
aguantar un día más. En ocasiones, una hora más.
Y contar es ir
descontando. Descontar: cuando mi bolsa de cuentas se va quedando
vacía (si la muevo, las oigo titilar, oigo la fricción entre ellas,
que se pelean por un espacio cada vez más amplio). Mi bolsa es de
terciopelo verde que se pierde en los matices de sus dobleces y tiene
una cinta de oro que la cierra por el borde. En ella, las bolas
irisadas que son mi vida.
Mortalidad: una mañana amaneces mortal, y la energía fuerte que fluye por
tus venas se vuelve densa, y mi sangre se hizo densa, podía verla
ahí, latiendo, míseramente mortal.
Sobrevivir:
mantener las cuentas de cristal atrapadas en el terciopelo verde los
días necesarios. Los días justos. Ir perdiéndolas poco a poco.
Caen haciendo música, unas se quedan atrapadas bajo el sofá, otras
salen de la casa, se rompen o ruedan o simplemente, al día siguiente
no están. Han desaparecido.Y cuando sólo queda una, duermo y me
despierta el tintineo imposible.
Mortalidad: una fina película cubre tu cuerpo (puede ser:
surcos, venas, piel desarraigada, manos convertidas en las garras de
un águila lejana).
Melancolía: esa fina y húmeda película ha empezado a cubrir también tu alma. También llamada
tristeza.
Dulce, no.
Dulce muerte. Dulce despedida. No.
Amargo (me
gusta lo amargo. La cerveza. El café. Los pomelos. Tu boca. El amor.
El sexo. La vida después de vestirte la fina película de la
melancolía). Muerte (o vida) acidular.
Metrónomo: descubrir un metrónomo pendulando en tu interior.
Marcando un ritmo preciso. Grave. Adagio. Vivace. Presto, prestíssimo.
Inexorable. Tic, tac, tic, tac.
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