miércoles, 19 de marzo de 2014

El tiempo



El tiempo es una alimaña ávida de carroña. Es una urraca que atrapa todo lo que brilla y lo esconde en su agujero. La alimaña nos enreda con sus risas bobaliconas, y sabemos que vamos a acabar devorados, somos carne pútrida, verde, robada, desperdiciada.
El tiempo es tiempo perdido, basura inútil.

El tiempo es esa goma negra con la que jugaba de pequeña, que se enredaba, que iba subiendo desde los tobillos hasta el cuello, y nosotras la saltábamos, desde los saltitos hasta los grandes saltos con las manos en el suelo, buscando apoyo, y su roce es áspero en la piel al compás de las canciones que ya no recuerdo.
El tiempo es elástico.

El tiempo es triste y generoso porque se pierde y se resbala entre los dedos y entra en los resquicios del teclado y se pierde en la inmensidad de las letras que son el único consuelo (porque son un conjuro y en el breve espacio de una biblioteca duerme el tiempo del mundo).
El tiempo existe y no existe

Tal vez sólo se trate de sobrevivir.

Sobrevivir: descontar los segundos sin saber cuándo dejarán de contar; Silencio; ¿esos segundos se pararán como un reloj de pulsera que se queda sin pilas o como un reloj de arena que se rompe en mil pedazos?. Se pararán como el reloj de la torre abatida en la guerra por misiles (los segundos del segundero del Big Ben).
Sobrevivir: aguantar un día más. En ocasiones, una hora más.
Y contar es ir descontando. Descontar: cuando mi bolsa de cuentas se va quedando vacía (si la muevo, las oigo titilar, oigo la fricción entre ellas, que se pelean por un espacio cada vez más amplio). Mi bolsa es de terciopelo verde que se pierde en los matices de sus dobleces y tiene una cinta de oro que la cierra por el borde. En ella, las bolas irisadas que son mi vida.

Mortalidad: una mañana amaneces mortal, y la energía fuerte que fluye por tus venas se vuelve densa, y mi sangre se hizo densa, podía verla ahí, latiendo, míseramente mortal.
Sobrevivir: mantener las cuentas de cristal atrapadas en el terciopelo verde los días necesarios. Los días justos. Ir perdiéndolas poco a poco. Caen haciendo música, unas se quedan atrapadas bajo el sofá, otras salen de la casa, se rompen o ruedan o simplemente, al día siguiente no están. Han desaparecido.Y cuando sólo queda una, duermo y me despierta el tintineo imposible.

Mortalidad: una fina película cubre tu cuerpo (puede ser: surcos, venas, piel desarraigada, manos convertidas en las garras de un águila lejana).
Melancolía: esa fina y húmeda película ha empezado a cubrir también tu alma. También llamada tristeza.

Dulce, no. Dulce muerte. Dulce despedida. No.
Amargo (me gusta lo amargo. La cerveza. El café. Los pomelos. Tu boca. El amor. El sexo. La vida después de vestirte la fina película de la melancolía). Muerte (o vida) acidular.

Metrónomo: descubrir un metrónomo pendulando en tu interior. Marcando un ritmo preciso. Grave. Adagio. Vivace. Presto, prestíssimo. Inexorable. Tic, tac, tic, tac.


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