martes, 17 de diciembre de 2019

V. debemos investigar nuestro dolor. 17diciembre2007




El dolor es una ventana a la que me asomo en primavera, es una ventana que da al norte, ventana de la sala de espera de un hospital, a través de ella observo asombrada cómo me separo definitivamente del mundo hasta ahora conocido, mi persona se despega como si fuera un adhesivo y atrás queda el lugar donde estaba pegada, donde descansaba tranquila, y ahora estoy en la punta de unos dedos que me posarán en otra superficie, intentando sin éxito que quede impecable, como si siempre hubiera estado pegada allí, en ese nuevo lugar, alisando las arrugas o la esquina que se empeña en despegarse o ese pelo de perro que se queda atrapado entre la nueva superficie y mi persona repegada.

Miro y veo las otras figuras que me acompañan y ahora componen el mundo, preguntándome si me acostumbraré, aunque ahora esté desgarrada, aunque me estén aplanando e intenten esos dedos colocar mi cabeza, que, al despegarla, han rasgado y queda desprendida de mi tronco, intentan esos dedos colocarla con mucho cuidado, ajustarla al milímetro para que no se note, pero no pueden evitar que quede una mínima línea delatora
que lo mismo puede ser un collar ajustado a mi garganta que el recuerdo de una soga.

viernes, 13 de diciembre de 2019

IV. Analgesia pautada


Han ingresado a mi madre porque ya no soporta el dolor de su cuerpo.
En el hospital yace a su lado una anciana que solo parece seguir viva cuando le tocan, grita lastimeramente.
Atiéndame, le dicen a su hija sobrina contratada por horas, es muy importante, escuche, la analgesia está pautada escrupulosamente.
Cuando salgo y entro, en mis viajes al baño a la cafetería a respirar, espío a través de las puertas entornadas.
Descubro a un hombre con barba que sorbe sopa, parece alguien que está en un lugar equivocado y me pregunto por qué y sé por qué, está peinado y es atractivo y no parece enfermo, conserva su color y su porte de jefe de algún departamento.
También está esa mujer excesivamente delgada que no parece joven ni vieja y que antes paseaba su melena gris por el pasillo y ahora lee en el sillón del acompañante sin acompañante.
O esas piernas que se ven tras un biombo que parecen no tener dueño.
Siempre hay alguien con oxígeno y muchas batas y acompañantes entretenidos suspirando,
agobiados impacientes el doctor puede pasar hasta las tres sentados o en las puertas con el móvil y el rictus serio o los brazos cruzados porque cuando llega el médico a los sanos nos echan como si la visita médica fuera un interrogatorio o no hubieras visto ya suficiente de tu padre o tu madre o tu hermano, como si un oscuro secreto pudiera existir aún y ellos tuvieran acceso a él sin derecho a un abogado 
Una enfermera rubia sale de una habitación lleva un uniforme diferente a las demás y me pregunto por qué si será estudiante o alguna especialista o simplemente alguien original también me pregunto si ha sido políticamente correcto pensar que era enfermera y no doctora o incluso la gerente del hospital pero las doctoras y las gerentes tienen otro aire sus coletas rubias no se balancean así
Lo que sí queda claro es que esa juventud  me resulta insultante su agilidad de mariposa baila y brilla contra las superficies de materiales fácilmente desinfectables
no deberían abofetearnos con sus frescas presencias sus risas cómplices recién repuestos los dientes de leche con manitas aún sin formar que introducen termómetros e instalan vías
aunque igual ellos las prefieren así porque de alguna forma tienen que entretenerse, y las ven como un desfile de otros tiempos una telenovela un deja vu
Ellos
Los enfermos 
Los viejos 
Los doloridos 
Y yo digo ellos aún
No nosotros 
Porque aún no soy uno de ellos 
Como tampoco soy enfermera 
Ni doctora ni la gerente siquiera 
Solo soy todavía acompañante
Me avalan mi labor y mi libro
la acompañante de la cama de enfrente se empeña en hablarme no me interesa esa hebra le espeta mi sonrisa helada y mis ojos palpan la lana, y su tacto y su olor me reconfortan como mi perro que no puedo traer o las letras de ese libro que no abro ni abriré porque aquí no hay quien se concentre aunque esas letras que hablan de errantes y de historias deshilachadas serían capaces de aplacar el dolor del mundo 
Entra un grupo de trabajadores indeterminados y nos vuelven a echar adiós mamá ahora vuelvo y en la puerta, la acompañante de la cama de enfrente, vais a pedir el alta con lo bien cuidada que está aquí, y mi madre es un pajarito o una lombriz en una caja de olores químicos
Y yo echo de menos a mi perro que no puedo traer aquí y no lo entiendo porque este lugar olería mucho mejor estando él, olería a cuadra de verdad y no a lejía aguada ni a algo que amenaza ser tóxico y contagioso y no logro descifrar
algún día impedirán entrar también a las visitas que enfilan el pasillo endomingadas de dos en dos parejas perfectamente conjuntadas matrimonios que son como sociedades anónimas y se sentarán o quedarán de pie frente a la cama donde un pariente vecino amigo parienta vecina amiga de la infancia se esfuerza por relatar con coherencia la historia que le ha llevado hasta allí mientras desarruga las sábanas ásperas y el camisón más o menos azul 
Como su piel 
Como la bacinilla que asoma su brazo debajo de la cama
Y repiten y se repiten
La indiferencia de la repetición
La agonía del círculo infinito 
Donde se pierden 
Y se sienten bien y seguros 
En un laberinto que rueda como el juguete de un hámster
Son Infatigables 
Irreductibles 
Agitan los cables que les conectan al suero 
Sin dejar de repetir 
Pues si 
Ya ves
Y los otros las visitas asienten porque dentro de un tiempo sus papeles se intercambiarán intentan quedarse con algo de lo que cuentan para luego poder repetirlo y ofrecerlo de vuelta como un taper vacío 
Han puesto el árbol de navidad
Mi madre y yo hemos presenciado su paulatino montaje en las idas y venidas del paseo de pasillo 
Primero solo un esqueleto verde 
Luego unas bolas blancas 
Cuando salgo del hospital a la noche lo rodea una cuerda de luces que se encienden y se apagan pautadas escrupulosamente 
No es la primera vez que estoy en un hospital ni será la última
No olvido las otras ocasiones ni mis otros enfermos y sus habitaciones indecentemente caldeadas ni tampoco a donde daban sus ventanas 
Recuerdo las camas articuladas donde alguna vez yo descansé brevemente mi apéndice mi parto mi aborto 
Y recuerdo sobre todo el dolor de un flexo que me quema la pantorrilla mientras manipulan mi interior y yo trato de discernir si duele más la piel la víscera o mi recuerdo 
Porque duele 
Siempre duele
Por qué escribes sobre el dolor, me pregunta él,  
Y yo no sé qué responderle, porque no lo sé 
Mi madre volverá al hospital para que averigüen de dónde procede su dolor tanto como es posible averiguarlo
Entraré por ese pasillo seguiré la línea buscaré el número en la puerta con los nudillos pum pum y entraré dispuesta a escapar otra vez

sábado, 7 de diciembre de 2019

III. Cartas a mi pierna amputada

Qué es lo que en realidad me espolea cuando siento dolor y hormigueo si mi pierna fue de mí separada y flota en alcohol, el dolor, pues, no tiene justificación lógica alguna y, sin embargo, existe
Olga Tokarczuk, Los errantes
A veces siento que podría volver a esos espacios perdidos con solo desearlo, como quien regresa a un lugar conocido del que aún recuerda el camino, abriría la puerta y encontraría a aquellas personas, aquellos escenarios, las cosas que tenía y ya no tengo.
Los paisajes arrancados han dejado esquirlas tipo metralla, pero yo no sueño con edificios bombardeados, sino con salas de espera de estaciones, de aeropuertos, con autobuses que no llegan o que pasan de largo
porque soy una lámpara hecha añicos que sigue alumbrando.
Y mis sueños son casas que voy a reformar

lunes, 2 de diciembre de 2019

Soy masoquista. Parte II

En realidad eso que contaba no ha pasado nunca 
Respeto la azarosidad del dolor 
Las puntas de mis nervios conocen la capilaridad de ese daño que sucede sin más 
Las estalactitas blandas que cuelgan de un cólico
El laberinto ardiente de la migraña 
El cepo sorpresivo de mis dientes sobre la lengua

Pero he renunciado a la necesidad de ser víctima
elijo al verdugo

miércoles, 27 de noviembre de 2019

Soy masoquista


Parte I

Resulta que soy masoquista
Me clavo las uñas en el interior del muslo hasta que la sangre humedece la sábana
Dejo que las gotas florezcan
Como gemas incrustadas en la herida
Y me sorprende que procedan de mi interior
Me pregunto si cuando están dentro lucen el mismo color, la misma textura
Si ellas están también sorprendidas de su nuevo aspecto ahora que besan el aire

Sé que después va a dolerme aún más
Pero no puedo parar, continúo sobre la parte interna de mis brazos, y mi nuca
Sigo algo parecido a un plan
He buscado un lugar solitario donde nadie me pueda interrumpir 
He elegido las partes más tiernas de piel
Me he dejado crecer las uñas
Las he endurecido con productos cosméticos y las he afilado con una lima
Me detengo en el momento en que la piel se rompe 
Para continuar después un poquito más
Siempre se puede un poquito más
Siento que estoy viva y que estar viva es esto
No se puede elegir no sufrir
Me limpio con un tisú 
Miro mi obra, me vanaglorio, me arrepiento 
Después vendrá el escozor
La costra
la cicatriz

viernes, 11 de octubre de 2019

La ventana



La ventana tiene dos batientes
Los dos son iguales, aunque lo más correcto sería decir que los dos parecen iguales 
Son de madera blanca y están partidos en cuatro rectángulos alargados de cristal
El cristal muestra gotas de lluvia polvorienta, aunque lo más correcto sería decir que es contaminación, humo de los tubos de escape de los coches, porque la ventana se abre a una carretera nacional.
Estoy tumbada en la cama y miro la ventana y escucho el ruido de los coches al pasar 
El cielo está nublado y yo estoy nublada, aunque lo más correcto sería decir que estoy triste
Aunque no estoy exactamente triste
Solo miro hacia la ventana que se abre hacia la carretera nacional y pienso que soy como todo el mundo
Soy un coche que recorre una carretera nacional y contamina un poco mientras su motor despierta a otras personas que después miran por ventanas que dan a la carretera y durante unos segundos se fijan en mi coche que pasa
Miro por la ventana y oigo coches que no veo porque solo veo el cielo gris 
¿sería más correcto decir que mi pelo es gris, que mi alma es gris, que hay una zona gris que se expande más allá del recuadro de cielo gris?
Y yo meto los dedos en ella y revuelvo. Es como el mercurio, venenosa y brillante, meto más los dedos y toco en el fondo la gelatina blanda de mis sueños

***
Miro por la ventana 
La ventana tiene dos batientes
Si cierro la ventana un batiente se cerrará sobre el otro 
Así lo hacen los fabricantes de ventanas para que encajen 
Es algo sencillo si has aprendido el oficio de fabricar ventanas
Después de hacer diez, cien, mil ventanas
Y yo desde aquí 
Desde mi experiencia seglar de cerrar ventanas
ventanas de cuchilla, ventanas deslizantes, ventanas oscilobatientes
No atino a adivinar sobre qué lado se cierra 
Cuál de los batientes tengo que cerrar antes para que los dos encajen 
Y así no entre el frío
Ni la contaminación
Y el ruido se amortigüe
Por lo que sigo pensando
Elucubrando 
Haciendo conjeturas 
Frente a la ventana
Blanca
Abierta

viernes, 28 de junio de 2019

ESTRATOS




Abrí el corazón de mi ex marido para ver qué había dentro.
Quería encontrar algo mío allí, una manía, una forma de hablar, aunque fuera un pelo.
Lo que encontré fue un pelo de nuestro perro, que murió hace un año. Supongo que habrá barrido todo bien, habrá pasado el aspirador o incluso se habrá comprado una roomba, ha comenzado una nueva etapa y me alegro. Aunque un pelo mío no sería para tanto.
Soy una mujer de ciencias. Una geóloga. Por eso sé que estamos formados por distintas capas que se nos van añadiendo, que se compactan y mutan, formando cordilleras y simas, cuevas y valles. Llenas de sedimentos y de objetos de otros tiempos que podemos estudiar si logramos llegar a ellos, que nos ayudan a entender nuestra evolución, nuestro pasado, incluso qué nos cabe esperar del futuro, qué corrimientos nos pueden hundir o partir.
Mi carrera como geóloga comenzó el día que me corté con un cuchillo y, tras la sangre, con bastante dificultad y un punzante dolor, brotó de la herida un erizo petrificado. Logré reconocer en él mi niñez, y aunque esperé, no salió nada más. Poco después me operaron de apendicitis, y los médicos tuvieron que cortar una capa adicional de músculo y vísceras. Según el informe del cirujano, se trataba de un estrato añadido por alguien de forma poco profesional; me disculpé por haberle hecho trabajar de más, y él, amablemente, respondió que no pasaba nada, que estaba acostumbrado, que nos pasa a todos, que a veces faltan órganos y otras veces sobran.
Pero estos métodos son demasiado agresivos. Abrir corazones. Cortar carne con un bisturí. Así que me planteé la posibilidad de estudiar las capas geológicas de las personas al tacto; supuse que mientras algunas se encuentran muy en el fondo (como los grafitos de mi puño y letra en los huesos de mi hermana) otros estratos se encuentran mucho más afuera. Son estos sedimentos superficiales, aún no compactos, los que me interesan, ya que muestran algo que está cambiándolo todo, pero aún no, lo incipiente, lo incierto, algo que puede ser o no ser, lo que aún es maleable. 
Me dedico a palpar a todo aquel que conozco. Toco frentes, aprieto antebrazos, introduzco mis dedos en bocas previamente aseptizadas, y entre los huecos fibrosos de las costillas. He probado con las manos, con la lengua, con los pies, con el vello de mi cara.
Intento sacar conclusiones al acariciar esas capas apenas perceptibles. Las fotografío, las comparo, las observo durante horas. Intento actuar sobre ellas, como si fuera un Dios o el mismo destino. A veces creo dar con algo. 
Luego me llevo la mano al cuello y siento que en el hueco de mi garganta se está formando una bola del tamaño de una canica e intento imaginar cómo será el otro geólogo, no yo, sino la persona que la descubra, entre el polvo de huesos y madera, o mediante una tecnología aún no inventada, y me figuro qué es lo que podrá averiguar y aprender de esa bola de mi garganta, mientras me la toco y siento que mis manos son las suyas y que la presión que ejerzo en la piel ya me ha transformado..



jueves, 20 de junio de 2019

CERVEZA


Es vox populi que soy una acérrima aficionada a la cerveza
No lo soy de nacimiento, sino que aprendí a disfrutar de sus amargos placeres
Uno de mis más queridos recuerdos de infancia se compone de mi padre bebiendo cerveza en la mesita frente al televisor, una mesita que aún está, ella sí sobrevive aunque con un tablero modificado, repintada y barnizada, pero la misma, su madera podría corroborar mi recuerdo
Mi padre con el amargo líquido amarillo y espumoso y yo tratando de probárselo, es posible que mi padre me hubiera dejado sorber mientras veía los deportes del domingo en el telediario, coches de carreras y una revista de recortables con vestidos que se sostienen con un trozo de papel doblado, y mis hermanas ¿dónde están? no entran en ese universo que solo ocupo yo y mi padre y la cerveza y el domingo y mi padre estaría recostado en el sillón que era otro y los dos éramos otros y los mismos aunque mi padre no sea ahora más que restos orgánicos y huesos y yo esté repintada y barnizada, con un nuevo tablero más resistente al paso del tiempo
Y la cerveza me gusta, bebo su amargor templado y burbujeante y me calienta por dentro y por fuera
Aunque no siempre me gustó
En la tierra de la cerveza comencé a amarla de verdad, cuando todo estaba y está lejos y simplemente era más barata y no había otra opción
(recuerdo al hombre que bebía cerveza y recuerdo la cerveza y yo soy la cerveza y la mujer que bebe cerveza y ya no más la niña que tomaba el vaso de forma desprevenida)
Alemania, 1996, Ana ensayando la vida, metiendo el pie en el mar embravecido y qué mejor que Alemania 1996, donde no hay hogar porque el hogar soy yo, aunque eso lo aprendí más tarde, Alemania 1996, no estaba Aitana, no estaban las cicatrices ni la muerte, solo un invierno helado y la frontera donde todo empieza y acaba, donde todo es nuevo y es lo único posible, donde el caos entra y ya no sale porque es lo único real
Cerveza con frutas, cerveza templada, Bier, geniessen, fluss, lecker, drinken, besoffen, Lebensmittel, ach so, LEBENSMITTEL
Y ya no dejé de beberla como no dejé lo demás, mientras amamantaba mientras vacacionaba, estudiaba amaba y divorciaba, gracias a la cerveza he tomado decisiones infranqueables gracias a la cerveza he llorado, he tenido coartada para mis estupideces, gracias a ella acepto el amargor y acepto al hombre y a la vida,
y quisiera ahora (que ya no puedo) brindar con él (con Él) nuestras cervezas
y no renuncio a hacerlo un día con su cráneo con su peroné de testigos, sosteniendo el vaso con los tan amados y desnudos metacarpos y falanges
Y no dejo de sorprenderme cuando saboreo mi cerveza al final del día, después de contar las horas que la convierten en algo decente,
al descubrir esa otra amargura que no la incumbe, la que destilan otros hombres y otras mujeres que no somos yo ni él
esa amargura que no se bebe pero rezuma por las comisuras se desborda en babas y bilis y se empeña en enfocar lo desenfocado en buscar un orden oral que no existe, una razón para vivir (en la amargura) que no es este momento exacto
mientras
saboreo mi amargor amarillo y espumoso
y en mí, en mi vientre, en mi mente, a través de un sorprendente fenómeno de alquimia
se convierte en dorada azúcar.

martes, 4 de junio de 2019

CUÁL FUE LA CUESTIÓN


Estoy sola en mi casa y no pienso fregar ni limpiar los cristales, mi patria soy yo, caigo en un nacionalismo vital y desciendo a cámaras que antes no había visitado, sin salir de mi casa donde cuelgan peligrosos cables sin recoger y hay agujeros de humedades en las paredes.  
Pero tengo que pensar.
¿Cuál fue la cuestión? ¿Cuál es? Y lo que más me importa, ¿importa?
No sé qué significa la poesía ni el amor o lo sé demasiado, es decir, sé que son constructos y que cada uno puede meter dentro lo que más a mano tenga, y una vez que está dentro, defender a muerte que eso es precisamente lo más importante: y es esto: 
Las definiciones azarosas, el pelo despeinado y la rebeldía, pero sobre todo mi fe inquebrantable en el caos, pues sólo caos es lo que me rodea, y lo rodeo con mis brazos, amo mi caos, tu caos, el caos, susurro venga a mí el caos con todos sus acompañantes, todos serán bien recibidos en mi casa sin fregar con los cables sueltos, y mientras duermo y despierto y vuelvo a dormir me da miedo que esta certidumbre y esta fe en el caos se me vaya escapando de las manos como un mercurio con el que juego y me intoxica.
Pero entonces leo que no deberíamos angustiarnos y sin embargo tenemos que angustiarnos, por cuanto la no existencia posee su sistema igual que lo existente y sigue vivo lo vivo y lo muerto, el sol y las estrellas muertas del firmamento, así como la tierra desnuda con sus leyes sin dios y también el reino demoniaco con leyes inventadas,
Y a pesar de eso, todo son realidades y miles de mundos, miles y miles, miles y miles, en una única cadena invisible, en la plenitud ilimitada de la existencia,
Y el mundo es creado y sostenido por la fe en él.
Y la terrible complejidad del mundo, inconcebible casi insoportable, es descubrir que el mundo no existe, solo existen todos los pensamientos e hilos sobre él, todas las imaginaciones humanas describiendo el mundo, en las poesías, en las calles por declamadores, en las ruinas reinterpretadas, en los grafitos de Pompeya, en la música de Vivaldi, en las marcas que dibujo con los dedos de los pies en el polvo de mi casa, en los posos de la cafetera sin fregar.